16/10/2008
Vicenç Galea
A Vicenç le he oído decir muchas veces que le gusta enfadarse por cosas que merezcan la pena y no por tonterías, ese pensamiento me ha calado tan hondo, que le voy a hacer una propuesta para que me admita como discípulo suyo.
Más que enfadado, lo que le he visto muchas veces es indignado. Indignado con los políticos, indignado con funcionarios, indignado con gente a la que parece ser que le gusta ser incompetente y, últimamente indignado y enfadado con la administración de justicia, yo os explico porqué.
Vicenç trabaja para el colectivo DRARI, la gente que colabora con este colectivo lleva a cabo sus actuaciones como ciudadanos, la mayoría de las veces revindicando unos derechos, no los que les corresponden como ciudadanos, sino los que se les niegan a otras personas por el hechode no ser ciudadano. El colectivo se encarga de hacer seguimiento, observación y acompañamiento de menores no acompañados.
Ésa es una parte de su historia, la que nosotros más conocemos es la que le ubica cada tarde en el Aula de informática del Ateneu. Es este trabajo el que él dice le ha reportado una gran y agradable sorpresa, sobre todo en el trabajo con adultos, ya que este trabajo le ha permitido conocer muchos aspectos de gente que siente la necesidad de aprender y relacionarse o de pedir ayuda. Habla del Aula de informática como un espacio para tener relaciones sociales, en ella se dan diferentes situaciones, edades, orígenes, y a muchos recién llegados se les da la oportunidad de conocer cuál es el tejido social del barrio.
Mi compañero Vicenç siempre tiene una frase alegre (o impúdica) para cuando te ve entrar en su sala, se toma las cosas tan en serio que siempre tiene a bien hacer broma con todo. Una sonrisa para empezar a trabajar, eso lo debería prescribir el médico.
Carme Moya (2008)
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